SOBRE LA CONMEMORACIÓN DE LA EXPLOSIÓN DEL 4 DE AGOSTO DE 2020

Han pasado cuatro años desde la explosión del 4 de agosto. Los libaneses salieron ayer a la calle para conmemorar el recuerdo olvidado en el “mercado de negocios libanés”. Los libaneses salieron a conmemorar la herida del sangriento incidente que no ha cicatrizado. Pero ayer se sintió la victoria de la vida sobre la muerte.

Lamentablemente, el número de manifestantes, los que marchaban pidiendo justicia para las víctimas del atentado y las víctimas del crimen organizado (que creen organizado por el Estado), disminuyó aún más. Los comercios de los alrededores no cerraron ayer, a diferencia de años anteriores. Es más, hubo conflictos entre los manifestantes: desgraciadamente, hubo dos manifestaciones, una contra el gobierno, cómplice de los asesinos y de la justicia corrupta, y otra más progubernamental. Y progubernamental significa pro Hezbolá. Las dos comitivas llegaron al mismo tiempo, pero los discursos eran diferentes, incluso opuestos. Se leyeron declaraciones y discursos, empezando por la reunión de las familias de las víctimas y terminando con los abogados que exigían la formación de un comité internacional para investigar la verdad.

Cuatro años después del 4 de agosto: “Es hora de que se haga justicia

Con motivo de la conmemoración de la doble explosión en el puerto de Beirut, se multiplicaron los llamamientos para relanzar la investigación. Algunos sugirieron una investigación internacional. La mortífera doble explosión del puerto de Beirut dejó más de 235 muertos y 7.000 heridos.

Algunos sospechan que Francia y Estados Unidos no están haciendo todo lo que pueden: ¿por qué no publican las fotos de satélite y la información importante que poseen? ¿Prevalecen sus intereses?

El país, el pobre Líbano, antaño la “Suiza de Oriente Próximo”, lleva muchos años hundiéndose en el infierno: decenas de asesinatos de personalidades políticas y miembros de la prensa, corrupción endémica en las más altas esferas del Estado, saqueo de decenas de miles de millones de dólares de los ahorros libaneses, una situación económica que ha convertido al Líbano en uno de los países más pobres del mundo: la tasa de pobreza es del 44%, según el Banco Mundial. La pobreza en Líbano se ha más que triplicado en los últimos diez años. El crecimiento de la economía libanesa siempre ha dependido principalmente de la inversión extranjera, que ahora es prácticamente inexistente. Con la devaluación de la libra libanesa, los salarios han perdido el 90% de su poder adquisitivo.

La religión en Líbano es un componente fundamental de su aspecto social y cultural. Como bien sabemos, es responsable de interminables disensiones y conflictos entre libaneses.

Para muchos libaneses, Beirut recibió un golpe en el corazón, pero ese corazón nunca ha dejado de latir. Y por una buena razón, este país, como por milagro, sigue viviendo, una pequeña Francia en un océano de países donde faltan la libertad y la vida… Este país es una fuente importante de desafíos e inestabilidad, ya que está implicado en tensiones regionales y geopolíticas.

Líbano es un país que merece ayuda.

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