Jacques Lafouge (Francia)

Amigas, Amigos, Compañeras, Compañeros, Hermanas, Hermanos,

Antes de todo quiero agradecer a todos quienes permitieron que este Congreso se verifique.

Agradecer a Antonio Vergara por el enorme trabajo realizado, contactando a unos y otros por todo América para que se animen a venir a Mar del Plata.

Agradecer a Fernando Lozada y Dèvrig Mollès, encargados de la parte material del Congreso, que encontraron los lugares más idóneos para trabajar en buenas condiciones. No olvidaré a mis queridos amigos Jorge Clavero y Nicolás Breglia por su ayuda.

Agradecer a todos aquellos que, de una u otra manera han actuado en la construcción de este Congreso y lamento no poder citarles a todos por no alargarme. Mención aparte de Elbio Laxalte por el trabajo enorme que hace en el Uruguay.

Seguramente me conocen como Vice-Presidente de la Federación Francesa de Libre Pensamiento, pero sobre todo yo he venido como amigo de los latinoamericanos para quienes tengo un inmenso cariño.

Hace más o menos cuarenta años que viajo y vivo por América Latina. Conozco un poco este continente en la diversidad de sus pueblos y de su historia, las mismas que en el pasado no fueron siempre el reflejo de la libertad que sin embargo siempre anhelaron.

Esto porque hablaré más como amigo de estos dieciocho países hispano hablantes que como representante de Europa. Otros lo harán.

La organización de un congreso dedicado al Libre Pensamiento en Latino-América demuestra la profunda identidad de pensamiento y de fraternidad que une a dos continentes. Esto viene de lejos.

A partir de la segunda mitad del siglo XVII hubo en el mundo una intensa actividad intelectual con Locke y Hobbes en Inglaterra, Spinoza en Holanda. En el siglo XVIII en Alemania con Kant, en Francia con Montesquieu, Rousseau y Voltaire, la Enciclopedia con Diderot y d’Holbach seguidos con su heredero intelectual Condorcet.

La Ilustración hizo hincapié en dos principios que se impusieron en Estados Unidos y en toda Europa: la Libertad y la Tolerancia.

En tanto que el cambio de sociedad venía a ser una necesidad, se producían revoluciones en los Estados Unidos de América, en Francia y en toda Europa. Revoluciones también de Liberación en Latino-América para dar fin del colonialismo español y ceder el paso al surgimiento de Estados soberanos.

Hombres como Thomas Paine, Jefferson, Toussaint l’Ouverture, Simon Bolivar, San Martin, O’Higgins, Sucre, Benito Juárez, Emiliano Zapata y otros muchos siguieron el camino de la Libertad acompañados con mujeres como Julieta Lanteri, Belen de Sarraga, Manuela Sanz, Hellen Keller.

En esta liberación de Latino-América se tiene que destacar el papel trascendental de las Logias Lautarinas. Eran Logias masónicas y unos tantos de sus miembros fueron masones como San Martin y Simón Bolívar. Estas Logias estaban compuestas por sudamericanos que anhelaban a la emancipación de la América hispana y la implantación del sistema republicano.

El general Francisco de Miranda fundó la “Logia Gran Reunión Americana” con el objetivo inmediato de revolucionar Caracas. Que haya sido un desastre no impidió que Bolívar y sus amigos siguieran sus huellas.

San Martin con Alvear y otros fundaron la “Logia Lautaro” y cuando regresaron a Buenos Aires crearon otras Logias Lautarinas en Córdoba, Mendoza y Santiago de Chile para apoyar las luchas por la emancipación americana.

En estas logias se juraba trabajar por la independencia americana y solo se reconocía por gobierno legítimo aquel fuese elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos.

Entonces la masonería fue la plataforma de formación cultural y su método adaptado a las circunstancia del momento reactualiza el ideal universal del progreso humano pasando del cosmopolitismo aristocrático al universalismo militante.

¿Fueron completas estas libertades conquistadas? ¡Sin duda no!

Políticamente hemos tenido unos y otros, tanto americanos como europeos, que pasar por muchas vicisitudes y dictaduras para llegar a democracias que, lo sabemos, se pueden mejorar. Luchamos todos y siempre por mas libertades.

Por eso este Congreso es importante para alcanzar una mayor libertad de consciencia y de acción laica. La laicidad no es la lucha contra las religiones sino contra la pretensión de estas de imponer a los pueblos sus dogmas y sus prohibiciones. Esto es un combate mundial en cuanto a sus fines.

Sin embargo las situaciones locales, tanto en Europa que en América, son diversas y aunque la meta sea común en los dos continentes y el camino sea el mismo, no se puede seguir el mismo paso. Cada uno tendrá que ir a su velocidad y ritmo para alcanzar la libertad de consciencia que le convenga y asumir sus reivindicaciones.

Por eso, si la creación hace un año en Oslo de la AILP, Asociación Internacional del Libre Pensamiento, fue un acontecimiento importantísimo, tenemos ahora que reflexionar sobre el futuro. Las idiosincrasias de las naciones latinoamericanas son a la vez parecidas y distintas entre sí y con mayor motivo en relación a Europa y Estados Unidos. Sus problemas son muy diferentes de los de los europeos y de los estadounidenses

Que exista una organización mundial parece una cosa deseable pero no puede imponer sus puntos de vista y deseos. En América Latina tenemos los nuestros y sin embargo los suyos pueden ser bienvenidos a condición que convenientes al sentir latinoamericano.

Pensándolo con unos amigos muy involucrados en la organización de este Congreso hemos visto que teníamos que proponer a los congresistas la organización de una Asociación Latino Americana del Libre Pensamiento, ALALP, que pueda actuar libremente según sus necesidades, en relación con la AILP.

Los latinoamericanos y quienes así nos sentimos, no requerimos de la intervención externa para la elaboración del programa de nuestros trabajos en este Congreso y pensamos que la declaración final del mismo tiene que redactarse a su clausura y no antes. En esto queremos nuestra completa independencia como tiene que ser.

De la misma manera aprovechando el hecho de que los nombramientos de Oslo se hicieron por un año se debe cambiar ahora directivas y ejecutivos.

Latinoamérica necesita una representación conforme a su importancia. No nos parece justo ni razonable que no haya una repartición de los puestos de Voceros conforme a la importancia de los países y al trabajo que tiene que hacer un vocero.

Actualmente hay seis voceros: uno por Estados Unidos, uno por Canadá, uno por Inglaterra, uno por España, uno por Francia y uno por Latinoamérica. Hay que subrayar que el vocero latinoamericano tiene que preocuparse de 18 países, mientras que los otros de uno solamente.

Por otra parte si se refiere al número de habitantes de cada país vemos aproximadamente 313 millones por Estados Unidos, 34 por Canadá, 65 por Francia, 63 por Inglaterra, 46 por España, y 610 millones por América latina, Brasil aportando 193 millones de habitantes.

Entonces se tendrá que admitir una repartición igualitaria de los puestos de voceros o sea: 1 para Estados Unidos y Canadá, 1 para Europa, 1 para Brasil, 3 para Latinoamérica de lengua española. Sería una repartición razonable.

De la misma manera se ha dicho que, al no tener recursos la AILP, es al país anfitrión al que corresponde hacerse cargo de los gastos del Congreso. Una organización de este tipo necesita mucho financiamiento, por más esfuerzo que hagan sus organizadores para limitar los gastos, y a pesar de que la Gran Logia de Argentina generosamente haya otorgado gran parte del financiamiento y que la mayoría de los presentes hayan venido con cargo de su propio peculio, vemos que quedan deudas que tendremos que ayudar a pagar. Por eso hago un llamado a su generosidad a fin que nuestros amigos y hermanos de Argentina no tengan dificultades económicas.

En el futuro esta situación tiene que cambiar para facilitar la organización de congresos de este tipo en otros países.

Somos conscientes ahora que estamos sentando las bases para un trabajo que se vislumbra fuerte y productivo en el que cada uno desde su ámbito nacional sembrará la gran idea de la libertad de pensamiento que dará como fruto el testimonio de nuestra tolerancia hacia todas las opiniones, conformes así a la idea de la gran fraternidad humana.

Decía San Martín: “Seamos libres, lo demás no importa.”

Buen Congreso a todos.

Jacques Lafouge
Mar del Plata
16 de Noviembre de 2012